ANTE UNA ASAMBLEA MASONICA ( Octubre de 1936)
He
venido a verles esta noche con un gran mensaje: con un mensaje que puede
parecer casi increíble, y que sin embargo es verdad, y debe proporcionar
esperanza y consuelo para muchos. El mensaje es este: LA ENFERMEDAD ES CURABLE.
Por
medio de Hierbas, de las cuales os hablaré esta noche, ya no hay lugar para
esas enfermedades normales, que aún no han podido ser curadas, de este país.
Cientos
y miles de personas que padecen enfermedades, que tienen dolores y creen que
tendrán que vivir con ellos por el resto de sus vidas, han sido sanados.
INTRODUCCIÓN
Esta
tarde no intento darles detalles de las maravillosas Hierbas que son el tema de
esta conferencia. Toda esa información la pueden obtener del libro. Los
principios esenciales son éstos:
Primero: No es necesario poseer ningún tipo de
conocimientos médicos.
Segundo: La enfermedad en sí misma no tiene ninguna
importancia.
Tercero: La mente es la parte más sensible de nuestro
cuerpo y, por eso, la mejor guía para indicarnos cuál es el remedio adecuado.
Cuarto: Sólo debe
tomarse en cuenta la manera con que un paciente reacciona ante la enfermedad, y
no a la enfermedad misma.
Quinto: Por este
motivo, el temor, la depresión, las dudas, la desesperación, la excitación, el
deseo de estar acompañado o de estar solo, la indecisión, constituyen las
verdaderas guías que nos dan la información sobre la manera en que el paciente
está siendo afectado por su enfermedad, así como el Remedio a emplear.
No
hay necesidad de informarles sobre las Grandes Propiedades Curativas de estos
Remedios, basta con decir que cientos y miles de personas han recobrado la
salud cuando ya no esperaban otra cosa que una enfermedad que duraría toda su
vida. Y un gran número de casos han sido rápidamente curados de enfermedades
normales: y, también, un gran número han evitado una enfermedad en sus primeras
etapas.
Además,
la fama de estas Hierbas es tal, que no sólo se las emplea en las Islas
Británicas, sino también en la mayoría de los países del mundo.
El
principio global de la Sanación por este método es tan simple que puede ser comprendido
por casi todo el mundo, e incluso las Hierbas mismas pueden ser recolectadas y
preparadas por cualquiera que se tome la molestia.
SEGUNDA PARTE
Hermanos,
nos han enseñado que en nosotros mora un Principio Vital e Inmortal.
Durante
todos los siglos de la historia conocida, el hombre ha creído que dentro de sí
mismo existe algo más grande y maravilloso que su cuerpo, y que sobrevive a la
tumba.
Esta
creencia ha estado en la mente del hombre desde tiempos inmemoriales.
Todos
nosotros somos conscientes de que el cuerpo no es la única causa de nuestras
dificultades.
No
decimos: "Mi cuerpo está preocupado o ansioso o deprimido"; decimos,
"estoy preocupado o ansioso o deprimido". No decimos, "mi mano
tiene dolor", sino, "me duele la mano".
Si
únicamente fuéramos nuestro cuerpo, nuestras vidas consistirían tan sólo en
satisfacer nuestros propios intereses y aspirar a nuestro beneficio, buscando
sólo nuestro propio bienestar y la satisfacción de nuestras necesidades. Pero
esto no es el caso. Cada sonrisa amistosa, cada pensamiento y acción amables,
cada hecho producido por amor o compasión a los otros demuestra que dentro de
nosotros hay algo más grande de lo que podemos ver. Llevamos una Chispa de lo Divino,
y dentro de nosotros reside un Principio Vital e Inmortal. Y cuanto más brille
dentro de nosotros esa Chispa de la Divinidad, tanto más irradia nuestra vida
Su compasión y Su amor, tanto más seremos amados por nuestros semejantes, que
extenderán su dedo hacia nosotros y dirán: "Allí va un Semidiós".
Además, la cantidad de paz, felicidad, júbilo, salud y bienestar que
experimentamos en nuestra vida depende también de la medida en que la Chispa Divina
pueda entrar y brillar en nuestra existencia. Desde tiempos inmemoriales, el
hombre ha dedicado especial atención a dos grandes fuentes de Sanación: su
Creador y las Hierbas de la naturaleza, que su Creador ha colocado para alivio
de los que sufren. Sin embargo, por lo menos una Verdad ha sido parcialmente
olvidada, la verdad de que las Hierbas de la naturaleza colocadas para la
Curación, para confortamos y traer consuelo, aliviar nuestros dolores, nuestras
ansiedades, nos acercan a la Divinidad interior. Y esto aumenta la Divinidad
interior que nos sana.
Es un
pensamiento maravilloso, pero una absoluta realidad, que ciertas Hierbas, al
traernos solaz, nos acercan a nuestra Divinidad: y esto se demuestra una y otra
vez cuando el enfermo, no sólo se recobra de su enfermedad sino que, al
hacerlo, recupera también la paz, la esperanza, la felicidad y la compasión en
su vida; o, si estas cualidades se hallaban ya presentes, se fortalecen mucho
más.
Así
podemos decir que ciertas Hierbas han sido colocadas para nosotros por Medios
Divinos, y que la ayuda que nos dan no sólo cura nuestros cuerpos, sino que
lleva a nuestras vidas y nuestros caracteres los atributos de nuestra
Divinidad. De modo que, al curar con estas Hierbas, no tomamos al cuerpo en
consideración; cualquier disfunción de éste carece de importancia. Todo lo que hacemos
es buscar en aquel que padece los caracteres que se encuentran en desarmonía
con la Fuente de Paz de su Alma. De este modo ignoramos los síntomas ordinarios
del cuerpo, centrándonos únicamente en aspectos tales como depresión, impaciencia,
preocupación, miedo, indecisión, dudas, intolerancia, censuras, etc. Todas
estas cualidades que están ausentes en la calma, la seguridad y la compasión de
nuestro Yo Interno. Y así como por medio del tratamiento con las Divinas
Hierbas Medicinales estas cualidades adversas desaparecen, con su desaparición,
no importa de qué enfermedad, el cuerpo se sana. Parece como si en esta vasta
civilización de hoy, una civilización de gran estrés y tensión, el torbellino
ha sido tal que nos hemos apartado demasiado de la verdadera Fuente de
Sanación, de Nuestra Divinidad. Sin embargo, nuestro Hacedor, que conoce todas
estas cosas, tuvo compasión de nosotros, y Su Misericordia nos proporcionó un
sustituto para curar nuestras enfermedades hasta que vuelva el tiempo o las
circunstancias que restauren la genuina y directa salud. Sin embargo, estos
sustitutos representan una ayuda maravillosa: basta ver el júbilo, la felicidad
y la bondad que llegan a una vida cuando las Hierbas la curan, probando, más allá
de toda duda, que no sólo es el cuerpo quien ha recibido la bendición.
Además,
se ha demostrado que la armonía fortalecida entre el Yo Superior interior y el
cuerpo es la que ha propiciado la curación. No es necesario volver a repasar
los 38 remedios: los detalles pueden extraerse del libro. (El doctor Bach se
refiere a Los Doce
Curadores y otros remedios)
Es suficiente
decir que hay uno para cada estado de ánimo que se encuentre en oposición con
nuestro Yo afortunado y alegre. Y todo lo que se requiere es saber el estado o
estados anímicos en que se encuentra el paciente para darle el Remedio o
Remedios que lo aliviarán.
No
importa que la enfermedad haya durado unos pocos minutos o muchos años, el
principio es el mismo. Por otra parte, consideremos que significa eso para
nuestra vida cotidiana. Casi cada uno de nosotros posee algún rasgo de carácter
que se desvía de la armonía, como depresiones, preocupaciones, temores, etc.
Estas Hierbas apartan estos estados, y al hacerlo no sólo cierran la puerta a
la entrada del mal, sino que hacen nuestras vidas más afortunadas, felices y
útiles.
¿Y
qué arte entre todas las Nobles Artes es más grande que el Arte de Curar? ¿Y
qué es más conveniente para la Fraternidad Humana, como en algunas de las
Ordenes Antiguas, que proporcionar alivio al que padece y consuelo a todos
aquellos que enfrentan una prueba o sufren congojas, y paz y esperanza a los
que sufren?
Estos
Remedios, colocados en las manos adecuadas, tienen el poder de realizar todas
estas cosas. No a través de su propio poder, sino del Poder que el Gran Creador
ha puesto en Sus Hierbas Medicinales.
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